jueves, 28 de julio de 2011

-La Noticia- -2- Conflicto.

-La Noticia- -2-
‘Conflicto’

Pasaron dos o tres días hasta que me recuperé del todo. Tuck, venía todos los días a casa para ver como estaba. La primera vez al verlo entrar, quería que me coma la tierra, no sabía cómo hablarle… sería demasiado obvio, pero al ver que Tuck actuaba como si nada hubiese pasado, Jen, comenzó a convencerse de que ‘eso’ en realidad nunca había sucedido.  
Sólo 11 días. 11 días en los cuales tendría que disfrutar su estadía allí al máximo.
-         Oye, ¿Ya te sentís mejor?- me preguntó Tucker.
-         Oh, si… no te preocupes.
-         Que bien, mamá quiere llevarme a dar un recorrido a no se que museo y es sinceramente deprimente el pensar en ir sólo con ella (ya sabes, te empieza a contar todos los detalles de cada cosas sin dejarte respirar), ¿querés venir?
-         Jaja eso depende… - lo miré con cara maliciosa.
-         Grr… ok, ¿cuánto quieres?
-         ¿Qué…? ¡No me refería a eso! Jajajaja… depende, si voy tendré que soportar a tu madre yo también.
-         Entonces seremos dos.- dijo al mismo tiempo que me tomaba de la mano y me hacia pasar a su casa.- ¡Mamá…! ¡Le comenté a Jen lo del museo y se apunta, quiere venir con nosotros!
-         Oh, que bueno Jen, es genial contar con alguien como tú en estas cosas, no sabía que te gustaban las ciencias naturales…
-         ¿¿Ci…ciencias.. naturales…??- pregunté con incredulidad, después de eso mataría a Tuck.
-         Claro, pensé que las odiarías, ya que tu padre vive hablando de esas cosas debido a su empleo.- dijo a la vez la señora Finn.
Fuimos al patio y allí descargué mi furia.
-         Pensé que éramos amigos.- dije echando chispas por todos lados.
-         Jajaja lo somos, pero si fueras mi amiga de verdad, me acompañarías sin rechistar.
-         ¿Estás loco? Son C-I-E-N-C-I-A-S  N-A-T-U-R-A-L-E-S. Algo peor imposible, si hay alguna materia que nunca seré capaz de reprobar sería esa. No se si te das cuenta que mi padre al ser profesor de la misma, vive hablando de eso, y conocimientos no me faltan, me voy a aburrir terriblemente.
-         Porrrr Faavorrrr …- insistió Tuck.
-         Está bien, pero me debes una…
-         Perfecto, mañana a las 3 de la tarde pasó a buscarte.-dijo con una sonrisa picarona y se fue caminando tranquilamente.

martes, 26 de julio de 2011

Introducción. -La noticia-

Todo sucedió hace 15 años, cuando todavía no me había mudado a España.
Nos  encontrábamos almorzando en el patio trasero de mi casa con nuestros vecinos los Finn. El hijo mayor de la familia, Sam, se encuentra de momentos estudiando para los exámenes de ingreso a la universidad, por lo tanto sólo están sus padres y su hermano menor, Tucker, que tiene mi edad.
-         Jenny, tráenos la ensalada que está en la cocina.
-         Si, mamá…- me encamino a la cocina y Tucker me acompaña.
-         Jen, te ves muy mal, estás toda colorada.-me coloca su mano en mi frente.- Estás hirviendo, déjame, yo llevaré la ensalada.
Tuck es lo más cercano a un hermano que tengo. Lo conozco de toda la vida. Él es una pulgada más alto que yo, tiene el cabello castaño claro, casi rubio, ondeado. Sus ojos son marrones claros y resaltan con la luz del Sol.
Me quedé con la boca abierta. Es verdad que Tucker es como mi hermano, pero siempre vivimos molestándonos, como si fuera una relación amor-odio, pero siempre en chiste. Era la primera vez desde hace mucho, en la que me habla con delicadeza. 
-         ¿Qué? – dice al ver mi expresión.
-         Nada, sólo que es raro que me hables así.- admito poniéndome toda colorada por la tensión.
-         Deberías acostarte un rato.
-         No, mamá dice que quiere decir algo importante, un anuncio o algo por el estilo.
Cuando volvemos, nos sentamos y mamá empieza a hablar.
-         Los hemos invitado aquí… - dice mamá mirando a los Finn – porque queremos decirles algo importante, en dos semanas ¡nos mudamos a España!
Los padres de Tuck se miran sin saber que decir, desde siempre fuimos vecinos y vivíamos como una familia. Los ojos de Tucker estaban a punto de salírseles de la cara, aunque yo no debía estar muy diferente.
-         Tú… ¿sabías algo de esto?- dice asombrado y con una pisca de tristeza en la cara.
-         Yo… yo no…- empiezo a decir entre jadeos, pero la fiebre no me deja terminar la oración, de golpe me desplomo y no me golpee gracias a que Tucker me atajó.



Cuando me desperté, me encontraba tendida en mi cama, no había nadie en mi pieza salvo mi madre que me alcanzaba una pastilla.
-         Si nos quedamos aquí, la tomaré.- le espeto.
-         Jen, eso no es posible, ya hemos alquilado una casa y a tu padre le ofrecieron un mejor empleo.
-         Entonces me quedaré a vivir con Tuck, a ellos no les importará, y tengo suficiente dinero ahorrado como para poder alimentarme por 3 meses.
-         No es que a ellos les importe o no, no puedes quedarte aquí, ya te hemos sacado de tu escuela y llenamos los papeles para tu nueva escuela en España.
-         Yo no quiero una nueva escula, quiero la mía, quiero quedarme aquí.
-         Jovencita, más te vale que te tomes tu pastilla y te acuestes, si sigues así te subirá la fiebre.
La ignoro y me doy vuelta en mi cama, me quedo mirando la ventana y pensando que no tendré esa vista desde mi futura casa en España.
-         La dejaré aquí por si cambias de opinión.
Al cabo de unos segundos mamá se va y me deja sola. Pasa el rato y me siento cada vez peor, así que cuando estoy por agarrar mi pastilla escucho pasos por la escalera.
-         “Es mamá” – pienso. Entonces suelto la pastilla para que no crea que me rendí y finjo estar dormida.
Escucho como se abre la puerta, es Tuck, estoy por abrir los ojos pero espero, quiero saber que hace aquí.
-         Jen, ¿estás despierta?- al ver que no hay respuesta, comienza a hablarme.- Es increíble que después de 15 años juntos nos separen en tan solo 2 semanas, todo va a ser muy aburrido sin ti por aquí…- le tiembla la voz, escucho su respiración agitada y siento algunas lágrimas que caen en mi brazo, me dan ganas de levantarme y darle un abrazo y así consolarlo, me siento igual de mal.
De repente siento que se agacha al lado de mi cama, siento su respiración cada vez más cerca.
-         Yo… te quiero.- me susurra al oído, casi inaudible pero entendible. Me quedo perpleja, no esperaba eso y mi cuerpo se tensa. Entonces siento que se sienta en mi cama y que acerca cada vez más su rostro, luego nuestros labios se rosan, tal vez solo un segundo, pero fue el segundo más largo de toda mi vida, nunca esperé esa reacción de Tucker, mi Tuck, el que conozco desde que tengo memoria. Mi cuerpo se pone rígido pero me parece que él no lo nota. Luego se levanta suavemente y se retira sin hacer ruido.
Me levanto precipitadamente, la cabeza me da vueltas, debo tener 50° de fiebre. Agarro la pastilla y la trago con una bocanada de agua. No sabría como volver a darle la cara a Tuck.

Dos Opciones.

Cualquiera podría decir que mi vida cotidiana era demasiado aburrida. Todos los días sucedía lo mismo, la misma rutina repetida una y otra vez. Me levantaba, discutía con mi hermano Petter, luego con mis padres, iba a la escuela ya con un humor de perros, y regresaba a mi casa aun peor.
Mi mejor amigo Ed hacia hasta lo imposible por hacerme sonreír, al principio funcionaba pero luego sus bromas se volvían más pesadas y fastidiosas, eso varias veces ocasionaba peleas entre nosotros.
Un día llovioso de otoño, corrían los rumores de que un nuevo alumno había llegado al colegio. A eso de las tres de la tarde, un chico entro al aula todo desarreglado, sucio y empapado. La maestra lo presento a la clase con cierta cara de asco ante el chico, el único asiento libre era a mi lado. Ed también lo miraba con cara de repugnancia, no era solo repugnancia, sino odio y envidia.
Las chicas al principio lo miraron extrañadas y con indiferencia, pero luego se mostraron misteriosas y persuasivas, pero el se mostraba indiferente ante su actitud.
Su nombre era Jack.
-         Son todas unas zorras- susurre, y el me escucho. Una leve sonrisa picarona salio de sus labios.
-         Tú lo has dicho, amiga – respondió de tono amigable.
No parecía un mal chico, de hecho era bastante atractivo. Después de eso seguimos charlando un rato en clase sin que las profesoras nos vean.
Edward nos miraba de reojo en el banco de la otra punta. Hace años se me había declarado, pero me negué  a estar con él, él no se rendía pero dejo de insistir y sólo somos amigos desde entonces.
Luego del colegio, Jack se ofreció a acompañarme a casa y acepté de buena gana. Le di una toalla ya que se volvió a mojar por la intensa lluvia de afuera, y también agarré una para mí.
Era increíble como en un solo día ya nos habíamos conocido tan bien y la cantidad de gustos en común que teníamos.
Él jugaba al básquet en su otro colegio y era el líder de su grupo, yo, en cambio, jugaba al básquet pero era de las peores. El sabado que viene iríamos a una pequeña cancha y jugaríamos juntos.
Ese dia estuvo llovioso así que lo pospusimos para el domingo siguiente. Con más suerte pudimos ir a la cancha pero estaba todo mojado y embarrado.
Me ganó 20 sets a 0.
-         ¿No era que jugabas al básquet?
-         Nunca dije que fuera buena en ello.- Ambos reimos.
-         Ven aquí, ¡Yo te enseñaré como se lanza!
Él me tomó delicadamente por la cintura y enderezó mi espalda. Mi corazón comenzó a latir precipitadamente y me puse más colorada que un tomate. Tenía miedo de que él se diera cuenta, así que deje de pensar en ello y me concentré en lo que estábamos haciendo. Sin darme cuenta encesté.
-         ¿Ves? No es tan difícil.
Aún no salía del asombro. Era la primera vez que encestaba. Nunca creí que eso hubiera sido posible para alguien como yo.
En ese momento cruzaban Edward y sus amigos, y él gritó repentinamente.
-         ¡CHARLOTTE!
Del susto, resbalé y caí sobre mi muñeca.
Edward se acercó sin reparar en mi caida. Estaba furioso y no dejaba de gritar.
-         ¿Qué haces con este maldito cara dura?- dijo.
-         Cálmate, ¿no has visto cómo se cayó? ¿Estás bien Char?- dijo Jack. Tenía una cara demasiado dulce, no pude contener las lágrimas.
-         ¡Aún no me respondes Charlotte! Te dije que no te acercaras a este imbécil.- dijo Ed ya sacado de quicio.
-         N…¡Nada que a ti te importe!- sus facciones se aliviaron y pasó a tener una cara triste. Me arrepentía sinceramente de haberle respondido así.- Ed… perdóname… yo no quise decir…
-         No importa Char, yo ya me iba.- y se retiro en silencio y con cara de pocos amigos.
Mi mano se estaba hinchando y cada vez me dolía más. Jack me ayudó a levantarme y me acompañó al hospital más cercano. Me había fracturado la muñeca, así que me enyesaron desde la mano al codo. Jack tenía una cara de culpabilidad terrible.
-         Jack… no es tu culpa, mira el lado bueno, ¡tu serás el primero en firmarme el yeso!
Él sonrió y sacó de su mochila un marcador indeleble, y escribió en un lugar al que no llegaba a leer.
-    ¡Oye! No lo leooo… ¿Qué dice?
-    ¡Ah! Es un secreto. – dijo con voz maliciosa.
Al día siguiente Jack no vino al colegio, un amigo suyo me dijo que se había resfriado. Ed se disculpó conmigo por la actitud del otro día.
-Ed, ¿Podrías decirme qué dice aquí? – y me retorcí toda para que leyera la parte baja del yeso.
Su cara se tensó, y se quedó callado. Desde esa hora me ignoró por completo y no volvió a hablarme.
Le pedí a Charol, una amiga mía, que me lo leyera.
-         Claro, como no… dice… Te…  Amo… Jazz… no, no… Jack. Espera… ¡¿JACK?! ¡¿Nuestro Jack?!
-         ¡No! Es un familiar… lo dijo afectuosamente…
No lo podía creer. ¡Jack… gustaba de mí! La cara que debía tener no parecería ser la expresión de alguien cuando se entera que un familiar le dijo eso. Estaba completamente asombrada y… la peor parte de todas era que Ed lo había leído, ¿qué haría después de aquello? La odiaría para siempre y adios amistad.
     

jueves, 20 de enero de 2011

Hoola :D

Hola a todos! En este blog yo publicare mis historias que escribí y que escribire ^w^ Espero Qu les gusten :D
Caami.